Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

miércoles, 9 de julio de 2008

El hombre de la barra y la chica que no esperaba a nadie


Atravesaron la puerta de aquél bar llamado Futuro y dejaron atrás el mundo del que intentaban alejarse todos los días aunque fuera un ratito. Él se acercó al mostrador y cogió una de las cervezas que hoy regalaba la casa en su segundo aniversario. Ella hizo lo mismo. Estaban allí como siempre. Los dos eran habituales pero a distintos horarios. Nunca se habían visto. Cada uno adoptó su lugar, y cada uno desde la esquina opuesta de la barra, miraba al vacío inmerso en sus pensamientos, observando de vez en cuando la algarabía de gente que, sólo por ser gente, odiaban. Ambos eran adictos a las horas solitarias en las que el bar estaba vacío. Uno por la mañana. La otra por la tarde. A ella le hizo gracia el sombrero de él y que estuviese solo en el otro extremo. A él le llamó la atención el aspecto desgarbado de ella y su expresión de asombro al mirar a los demás, parecía no esperar a nadie, complacerse en su soledad. Él siempre pedía una botella de vino, y un vaso de tubo que rellenaba una y otra vez mientras dejaba pasar las horas. Ella siempre pedía cerveza. No hacía nada más. Con la mirada perdida fumaba un par de cigarrillos, agotaba la bebida, y se marchaba. Pero hoy era diferente, hoy estaba nerviosa. Ese estar allí sola, rodeada de gente y a esa hora insólita, le producía un desasosiego distinto al de las tardes habituales. Ahora ya no tenía que dar explicaciones a nadie, ¿o sí?, tan solo hacía un par de horas que había decidido, por fin, desaparecer sin más, ó más bien, que se había dicho a sí misma que se marcharía lejos por una temporada indefinida, para ser más exactos. Todavía llevaba en el bolso las cartas que lo explicarían. ¿Las enviaría, o era una pobre infeliz que tras su quijotada imaginaria volvería mañana a ser la de siempre?, ¿sería hoy otro día más, haría otro amago de independencia a tiempo parcial como de costumbre?. No. Ahora era verdad, era real, su casa se había convertido en un hotel y sus pertenencias se reducían a una maleta. Ahora lo que quería era sentirse así para siempre, sola en la barra de un bar, y además si ese bar se llamaba Futuro, pues mucho mejor.
De pronto le pareció notar que el hombre del sombrero la miraba desde el otro lado. Se removió inquieta en el taburete y sin saber qué hacer, pensó en levantarse hacia los lavabos. Pero para ello, debería pasar justamente detrás de él y, con la gente que se agolpaba a su alrededor… quizá lo rozaría sin querer, tendría que pedirle perdón, y con la disculpa, tendrían que cruzarse las miradas, y ella continuaría hacia el baño, y él la seguiría...
Él hombre del sombrero, desde el otro lado, la miraba fijamente, indiscreto, dudando en si estaría tan borracha como él a juzgar por las cervezas que había bebido. Quizá ella tuviese motivos para hacerlo, no como él, a él se le habían agotado los motivos. Dudaba en acercarse o dejarlo estar. La máquina de tabaco estaba justamente detrás de ella, y con la gente que se agolpaba a su alrededor… quizá la empujaría sin querer, y tendría que disculparse, y para ello tendría que dirigirse a ella, y ella no creería que sólo iba a comprar tabaco, y él por no volver a pasar por el tumulto, acabaría sentado a su lado, y ella lo abordaría...
Ninguno abandonó su puesto, los dos continuaron sentados en sus respectivos taburetes sin dejar de beber.
- Sois mis mejores clientes, ¿sabéis?, - dijo el camarero que hacía rato quería entablar conversación con ellos. Ninguno contestó, se miraron con complicidad de bebedor, y sonrieron. Era la primera vez que el camarero los veía mirarse desde que habían entrado, se entusiasmó. Hacer de celestino era su fuerte. Más tarde brindarían los tres juntos acodados en la barra, y la noche y el alcohol terminarían su trabajo.
Pero en una mesa del interior, un dibujante borraba al camarero, sobraba en la historia de esos dos personajes que meses atrás, y en ocasiones distintas, él había dibujado por separado.

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