Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

miércoles, 11 de junio de 2008

Proceso de creación


Esa mañana caminó despacio tras un niño que asido a su cartera y con un perrito en la mochila le pasó por delante. Seguro que no llegaré muy lejos, pensó mirándolo, irá al colegio que debe estar muy cerca de aquí porque va solo, si no, lo acompañaría alguien o quizá no va al colegio y se ha escapado de casa, los perros no son bien recibidos en las escuelas. Si yo fuera su padre ahora estaría a su lado. El niño cambió de acera y él se apresuró a hacer lo mismo. Intentaba imaginar hacia dónde iban las otras personas que se cruzaban en su camino y que eran descartadas de inmediato porque, de momento, ya había elegido, aunque no las tenía todas consigo, hasta ahora, no se había decantado todavía por seguir a un niño.

Nada le pudo hacer más daño a la crisis de sus cuarenta que el día que vio bajar en una caja de muertos al hijo de su vecino, se convenció entonces de que ni siquiera por éste método, el de la descendencia, dejaba uno algo de sí mismo en este mundo. La obra humana no era efectiva pues podía fallar en el momento menos pensado como acababa de comprobar con este desgraciado suceso. Quién se lo iba a decir al vecino que alardeaba de poder morir tranquilo porque dejaba huella tras de sí, porque alguien continuaría sus cosas.
No se había planteado este tema hasta que vio bajar en la caja al niño, le afectó tanto que no pudo dormir en mucho tiempo, y no porque la pena lo embargara, sino porque a partir de ese acontecimiento no podía dejar de pensar en qué haría él para dejar algo que lo sobreviviese después de haber muerto. Con el recuerdo de los demás no le bastaba y le dio por pensar que debería empezar a escribir esa novela que había publicado tantas veces en su mente y que por esa vaguedad suya achacada a la falta de tiempo nunca había puesto sobre papel, pero se encogió de hombros como siempre y continuó escaleras arriba hacia su casa.
Desde que la treintena se acercaba a la cuarentena no paraba de ponerse a prueba ante todas las cosas por absurdas que fueran, y entre ellas, se preguntaba si querría tener hijos, si los tendría alguna vez. No lo había pensado seriamente, tampoco es que lo hubiera descartado para un futuro pero era algo que no encajaba en su vida todavía. Llevaba tiempo haciendo extravagancias, como apuntarse a clases de todo tipo, embarcarse en viajes exóticos y dejarse un trabajo fijo para cobrar del paro y aprovechar el tiempo que creía perdido.

Tras sus divagaciones se dio cuenta de que había perdido al niño, lo buscó con la mirada un par de veces pero había desaparecido, debía haber entrado en cualquiera de los bajos cercanos pero no veía ningún colegio por allí. Había traspasado su zona habitual, y contra su pronóstico se había alejado bastante, no conocía esa parte de la ciudad. Divisó un par de bares entre varios portales de edificios de viviendas, un ultramarinos, más edificios, una farmacia, un parking, un kiosco, ¿dónde había ido el niño?, decidió terminar la calle y girar en la dirección que tomara cualquier persona que pasase por allí pero no pasaba nadie y empezó a desesperarse, entró entonces en el bar que hacía esquina y pidió el periódico en la barra y un café, sacó su libreta de apuntar cosas y direcciones y consulto la sección de ofertas laborales. De repente, cuando casi ya lo había olvidado, vio al niño salir de detrás del mostrador, se había quitado el uniforme y ya no llevaba la cartera, ni la mochila, ni el perro. Merodeaba por las mesas y recogía cualquier utensilio o plato vacío que no estuviera utilizándose. Debía ser el hijo del dueño, pero qué extraño, eran horas de estar estudiando para su edad, rondaría los 11 o 12 años y no tenía aspecto de estar enfermo. Miró a su alrededor, ningún camarero tenía pinta de progenitor, eran todos demasiado jóvenes y en la barra servía una mujer mayor que no parecía prestarle la menor atención, ¿sería hijo de algún cocinero escondido tras esas puertas oscilantes que tenía enfrente?, bueno, qué más daba. Hizo una señal al niño y le pidió una cerveza.

- Ahora se la traen - le dijo el chaval desapareciendo detras la barra.

Otro camarero le sirvió. Terminó la cerveza sin novedad y pidió otra a ver qué pasaba, necesitaba saber más, ¿dónde estaba ahora el dichoso niño?, ¿qué hacía allí dentro?, no pensaba irse hasta descubrirlo. Cuando ya estaba algo ebrio y harto de esperar, dijo levantando la voz:

- ¿Dónde está el niño que andaba por aquí? - El niño apareció de nuevo y se acercó a su mesa.
- Schsss!, - le increpó con un dedo en los labios. - No grite! – Dijo en un susurró sentándose junto
a él.
- ¿De verdad no sabe dónde estaba?, ¿no sabe quién soy?
- mmm, No.
- ¿No sabe que hago aquí, de verdad?
- Pues… no!
- ¿Y qué hace Vd. Aquí, eso sí lo sabe, no?, ¿no lo adivina?
- No tengo ganas de adivinanzas, niño, ¡yo qué sé!.
- Soy su personaje de hoy, ¿no me reconoce?, me ha elegido esta mañana aunque lleva pensando en mí muchos días. Me ha repudiado como hijo y como el niño que Usted fue. ¿No le gusta como soy?
- ¿Por qué no estás en el colegio, niño loco?
- Lo ha decidido usted, todavía no me ha dado oportunidad de tomar decisiones. Ni siquiera me ha asignado padres o a un adulto que pueda ser después.
- ¿Estás empleado aquí?, -dijo el hombre escandalizado, -¡pero si no llegas ni a los catorce!
- Bueno, por lo menos ya me ha dado una edad y una ocupación. Pregúnteme más cosas, estoy empezando a definirme y no tardaré en poder funcionar sólo.
- Debo estar borracho, -dijo levantándose de golpe. -Me voy. -Y se dirigió hacia la barra.

- ¡Señor, Señor!, -le gritó un camarero desde la mesa en que se había levantado, se ha dejado estos papeles dijo mostrándole su libreta.

Salió a la calle, preguntó cómo ir a su casa y caminó muy deprisa, sin mirar atrás, sin mirar a nadie, sin separar la vista del suelo. Cuando llegó respiró aliviado, ya estaba en casa. Subió los peldaños de dos en dos, abrió la puerta y al dirigirse a su escritorio, el niño estaba allí.


J.E.

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