Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

jueves, 12 de junio de 2008

La mentira


La tecnología había llegado tan lejos que todos, hasta los mismos científicos habían perdido la memoria, el planeta se venía abajo hasta que algunos de sus habitantes, los mentirosos, fueron inventando de nuevo las cosas porque ellos eran los únicos que habían conservado el don de la creatividad. La gente confiaba en ellos porque no podían hacer otra cosa. Los mentirosos iban así creciendo en número y poder hasta que todo fue una gran ficción en la que habían aprendido a manejarse perfectamente. Un ciudadano anónimo recuperó momentáneamente la memoria, vio la gran mentira sobre la que todos estaban viviendo y se horrorizó, pero al desconocer cual era la verdad absoluta de las cosas no supo como reconducir todo aquello y decidió realizar una organización paralela. Los agrupó por parejas juntando siempre a un desmemoriado con un mentiroso alejado del poder y comenzó así un nuevo proyecto. No resultó difícil puesto que nadie se acordaba de nadie y muchos deambulaban perdidos por ciudades en las que no había nada reconocible para ellos, nadie tenía nada y por eso todos utilizaban las cosas libremente. El primer coche que veían, la primera casa que encontraban, la oficina que les venía al paso. No existía por tanto la propiedad privada y muchos objetos empezaron a desaparecer de la circulación, entre ellos las llaves y el dinero y más adelante también lo hicieron las profesiones porque cada uno realizaba lo que su instinto más primitivo le dictaba. Como no se reconocían unos a otros, el concepto de belleza también cambió, nadie sabía como era en sí mismo y sólo veían en el otro lo que imaginaban podrían ser ellos. Dejaron de vestirse, sólo en invierno utilizaban las pieles que por necesidad quitaban a los animales que deambulaban por ahí y las ataban con cuerdas a sus cuerpos. Cuando sentían hambre comían la carne de esos animales y los frutos que colgaban de los árboles que les rodeaban, habían vuelto al principio de los tiempos y se dieron cuenta de que necesitaban organizar una nueva sociedad con la ayuda de los mentirosos que estaban en el poder, los únicos capaces de inventar historias y acontecimientos que los sacasen de aquella burda rutina. Los mentirosos crearon armas y con las armas llegó la guerra. Y con la guerra la destrucción.

El único superviviente después de la gran guerra no supo qué hacer con todas aquellas cosas que pertenecieron a la sociedad que ya no existía, las bombas sólo habían destruido a las personas así que todo seguía en pie excepto la gente. No pudiendo soportar la soledad empezó a construir muñecos, dibujar caras y poner cuerpos a todos los objetos, y poco a poco se dedicó a fabricar réplicas casi reales de personas que llegaron a tener tanta perfección que progresivamente comenzaron a tomar vida y los objetos se humanizaron.

El planeta se había deteriorado tanto que todo era un desierto, las fronteras daban igual porque ya no había nada que defender, todas las zonas eran iguales. Los habitantes eran todos iguales pues los dibujos que el superviviente había hecho no se diferenciaban unos de otros. Todos tenían el mismo destino, vivir. Vivir indefinidamente en un espacio desértico al que se habían adaptado mimetizándose con el paisaje. Ya no existían los países ni las nacionalidades solo el hombre y los hombres objeto que padecían de hastío, un hastío descomunal. Un día llegó alguien diferente. Nadie sabía de dónde había salido. Ese ser distinto a todos ellos les dijo:

- Necesito vuestra ayuda. De donde vengo nadie sabe representar o inventar situaciones y sentimientos humanos, esas emociones existen pero todavía no tienen un nombre que las designe o quizá por no haberlas nombrado nunca aún no las conocen…

Estaba mintiendo. Todo volvió a empezar.
J.E.

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