Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

martes, 3 de junio de 2008

Por siempre jamás


Hacía un par de años que mi amigo se había marchado de la ciudad para instalarse en tierra de nadie. Al fallecer su mujer decidió vender la casa y adquirir una finca en medio de la huerta. La reformó por completo y el resultado fue una copia exacta de su casa anterior, es más, parecía que la hubiese decorado ella, era como si al morir, lo hubiera poseído.
Comprobé con estupor que en todo este tiempo mi amigo había cambiado mucho. Sus gustos, su ropa, su carácter eran otros. Parecía mucho más atento a las cosas. Se interesaba por todo aquello que en vida cautivara a su mujer. Era como si ella que siempre lograba personificar espacios, influir en la gente e incluso marcar tendencias -menos en su marido-, ahora lo hubiese conseguido desde el más allá.
Lo descarté de inmediato, sabía que mi amigo estaba solo, pero mientras deambulaba mostrándome la decoración interior, por detrás de él, me pareció ver la sombra de alguien y volví a pensar en su mujer. Le pregunté si no le asustaba vivir tan sólo. Su respuesta fue rotunda. No estoy sólo, mi mujer todavía está aquí.
Con un profundo escalofrío pensé, -que él tenga esa sensación entra dentro de lo normal, pero que la tenga yo carece de toda lógica-. Decidí olvidarme de todo, quizá me había impresionado ver a mi amigo tan cambiado, ya no era aquél al que había echado de menos cuando su estado de ánimo y su ansia de soledad habían impedido nuestro reencuentro. Por unas cosas o por otras, ella siempre nos había separado y ahora parecía seguir estando presente.
Me dirigí al cuarto de baño, cambiando de espacio quizá lograría quitarme aquellos pensamientos, pero cuando me disponía a salir de allí, una caricia en el pelo y una ráfaga de aire helado me detuvieron. Perplejo, miré hacia atrás. No tenía explicación. No había nadie y la ventana estaba cerrada. Volví al comedor con una única frase en la cabeza. Esto no ha pasado. Ha sido mi imaginación.
No dije nada. Encendimos el televisor y cenamos tranquilamente con las noticias. Al apagarlo, el reflejo que quedó en la pantalla fue revelador, sentados en el sofá, éramos tres. Entre mi amigo y yo estaba ella sonriendo.
J.E.

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