Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

viernes, 3 de febrero de 2012

Aquellos carteros ya no existen...



Esos carteros ya no existen, desaparecieron en las lomas de pueblos lejanos. Se fueron yendo como los animales, y después nunca volvieron aquellos tiempos de las reuniones bajo la morriña del fuego. Las casas, la iglesia, Neruda, todo fue desapareciendo bajo las aguas: poemas, nudos de vidas bajo una presa, bajo la avalancha de la fuerza, oídos sordos ante las súplicas por mantener aquél recinto de vida: los bares, las montañas, cena de Navidad que habría que celebrar en otra parte, en ese pueblo gemelo de casas iguales prefabricadas donde la gente se pierde. No volvió a escribir nadie, para qué, los carteros habían desaparecido y con ellos las palabras traídas y llevadas habían perdido sentido. Buzones vacíos y gente que ya no salía a la puerta. Las palabras desaparecieron escritas y tan solo quedaron los sonidos que fueron convirtiéndose en bandejas de plata donde una palabra al caer resonaba en kilómetros, solo una palabra y el repiqueteo sin rima pasaba de una casa a otra, de un cordel a otro donde la ropa la impulsaba hasta llegar a las montañas donde los pastores, a través de rendijas oscuras entre los peñascos las repetían, cerraduras se sellaban para que de allí no salieran y quedaran resguardadas: una canción de amor para las nuevas generaciones que investigando, como lo hacen todas, encontrarían. No toques a esa puerta, dirían los mayores, pero ellos en su rebeldía las encontrarían. Un verso aquí, un poema allá y ya no podrían abandonar el lugar. Las montañas se harían de palabras hasta conformar casas y el dulce cartero de antaño aparecería a lo lejos con sus cartas llenas de más palabras como barajas en la mano y las lanzaría al aire y el cielo se llenaría de ellas. No necesito versos dirían algunos, pero ellos, las nuevas generaciones los atesorarían allá arriba hasta formar los besos de las palabras impresas en el paisaje. Besos de ahoras y de luegos y de siempres y de nuncas y de estoy y de te vas, besos para construir besos a los de no toques a mi puerta, abajo las puertas entonces. Que salga la palabra de cada uno y se beba el viento y se seque la presa y devuelva el pueblo. Qué lejos esos días en que los carteros se fueron, ellos fueron los primeros. Qué triste, cuanta tristeza la ausencia de lo escrito, los sonidos no eran suficientes para ver las cosas, sin cartas la vida era más pequeña, sin cartas se secó el pueblo, sin cartas quedaron enterradas las ilusiones, los sueños, los quehaceres, todo perdió valor y brillo, el sol dejó de salir y las brumas se apoderaron de ese pueblo que hoy duerme bajo las aguas.

No hay comentarios: