Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Agujas de espárrago gratinado sobre lecho de puerros confitados

Hace tiempo que la vendedora de cuentos no frecuenta el bar Futuro. Ya no necesita evadirse como antes. Desde que se estableció como ambulante y se dedica a escribir y merodear por ahí no ha vuelto a aquel bar del que ahora tiene enfrente al camarero. Los dos se han reconocido pero ninguno dice nada. El camarero estudia para cocinero y le hace una propuesta. Ha descubierto algo que realmente lo emociona de verdad. Se ha iniciado en la nueva corriente de cocina como Arte. Una performance culinaria donde tan importante es el plato cocinado como la representación teatral para servirlo, el lugar, y su nombre en la carta. Las últimas tendencias apuntan a saborear con los ojos vendados o en un local a oscuras. En fin, que al ver a la cuentista, al camarero se le ha ocurrido que esta última función podría trabajarla con ella y le ha propuesto un mininegocio. Ella pondría los títulos y montaría los escenarios para esas pequeñas obras de arte que el confeccionaría. Para los dos sería algo nuevo. Platos alegóricos. Meditaciones estéticas en una ensalada o un postre. Arte comestible. Será una operación conceptual a la Duchamp, le dijo repitiendo el eslogan de su curso. "Si me acerco al placer, ya no lo veo, me lo como".
Atardecía y todos los puestos del mercado se habían recogido ya. La venderora de cuentos se aleja con esa propuesta rondándole la cabeza, de ahí su caminar lento y caviloso. Formas literarias para platos de diseño en un "Restaurante Conceptual". Le parecía algo tan absurdo y divertido a la vez, que no sabía qué hacer. Se le ocurrían todo tipo de ideas mirando el paisaje a su alrededor, desde el tópico y sugerente "Agujas de espárrago gratinadas sobre lecho de puerros confitados" hasta "Cumbres borrascosas sobre calabaza de Cenicienta, futura carroza".
Con trazo de compás las grúas circuleaban las antiguas fábricas abandonadas del extrarradio donde ella vendía sus cuentos por un lado, y los carteles publicitarios amenazaban unifamiliar el barrio por otro. Después un restaurante sibarita de alta cocina ocuparía algún lugar, y ella estaría creando un festín de palabras surrealistas a todo aquel contexto. La proposición con la que el camarero-cocinero acababa de abducirla le confirmaba lo peor. Si ese era el tipo de local que se idealizaba para el complejo residencial en que se convertiría su último paraíso encontrado, acabaría marchándose. Pero antes de irse podría probar a componer unos cuantos menús, ¿no? Bueno, si los hurones habían empezado a merodear por allí, no tardarían mucho en apropiarse de todo. Así que debía empezar a inspeccionar cuanto antes otros arrabales y dejarse de tonterías... No, no estaba dispuesta a volver a entrar por la misma puerta por la que, felizmente, hacía tiempo ya había salido.

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