Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

jueves, 28 de agosto de 2008

Las almas reúnen cuerpos


Hacía mucho que el viento no soplaba, por eso, el poeta había permanecido en aquella casa y en compañía de su arrendador más tiempo del habitual, ya no le quedaban espacios donde escribir, las paredes agotadas sólo tenían salida hacia el techo. Entonces pensó que lo que necesitaba era una escalera, una escalera de la que el dueño, ni la casa disponían. Apenas contaba con dinero, así que se encaminó al rastro de la ciudad por si encontraba alguna a bajo precio, o conseguía se la dejaran por un tiempo. No sería mucho, pues presentía una tormenta, y con ella el viento, y con él su nueva partida.

En el rastro, en un puesto lleno de llaves viejas y oxidadas, vio tras el extraño vendedor una escalera metálica que podría servirle. Esperó a que éste terminara su conversación con otro hombre que llevaba un periódico en la mano y preguntaba por alguien que aparecía en la portada. No pudo evitar escuchar que ese hombre que brotaba como una broma del titular del diario y que sólo era reconocible por su sombrero, era miembro de un grupo de artistas callejeros que había hecho un monumento con chatarra cerca de allí, y que necesitaba encontrarlo.
El poeta recordó haber visto a un tipo parecido poco antes de llegar, le llamó la atención porque estaba sentado en un sillón abandonado de un solar lleno de escombros y bajo la sombra de un cartel publicitario, hasta se había inventado una historia sobre él. Ahora sentía curiosidad y decidió entrar en la conversación. Creo que lo he visto, dijo, pero no sé si será el mismo del que están hablando. Está dos manzanas más abajo, en el vertedero, debajo del letrero que anuncia las viviendas unifamiliares. Dicho ésto, olvidó la escalera y fue en busca de aquél hombre sin saber por qué.
Cuando volvió a casa dejó escrito en la puerta:
"Salí en busca de una escalera porque algo sin remedio moría a ras de suelo en esta casa. Me senté en la calle con un hombre que bebía vino, no para matar penas sino para entretener ilusiones. Y entre ellas reconocí las mías. Y las desmenuzamos riéndo como niños que rompen juguetes para entender lo que hay dentro, para jugar con cada una de las piezas que andan sueltas. Después, caminé por las calles sin rumbo, por puro placer. Y en mi interior escuché la canción de la victoria. Y ya no esperaré tormentas para marcharme. Yo seré tormenta, y viento, y me arrastraré y rugiré con él cuando vuelva a buscarme. La luna desplegó anoche su red y atrapó dos almas con cuerpo de hombre".
Los destinos del poeta, el hombre del sombrero, el coleccionista de llaves y el hombre del periódico iban a cruzarse, pero ésto ellos aún no lo sabían.
Al viento, quinto elemento de la historia, se le iba a poner difícil. En una casa sin paredes, techo, puertas, ni ventanas, no tendría donde entrar o salir, ni contra qué luchar, esta vez sólo podría pasar de largo.

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