Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

martes, 13 de diciembre de 2011

Enamoramiento



Dibujó círculos concéntricos, se metió en ellos, giró y giró y llegó a un lugar azul entre niebla cinematográfica, farolas de tenue luz amarilla y colgajos de tela de raso. Espirales de espuma daban vueltas y salpicaban de blanco pequeñas partículas que se adhirieron a su pelo. Las tocó pero se disolvieron entre sus dedos como el aire. El resto de la sala estaba oculta, solo los círculos de las bombillas que en el suelo temblaban. Puso los pies en dos de los círculos, quedó con las piernas abiertas, abrió a su vez los brazos e inclinó la cabeza hacia arriba. De pronto, un haz de luz cubría su cabeza, y también su cuerpo, era como una nave espacial que trataba de examinarlo. No había seres extraños, solo él y las luces, esos haces de luz que le hicieron pensar había sido abducido. Caricias desusadas notó entre sus dedos, seres etéreos que no podía ver pero sentía, salones de baile giraban a su alrededor apagándose y encendiéndose. Danzas de aire y luz, palacios de arena que cambiaban de sitio según el momento como las dunas del desierto. Corrientes internas subían y bajaban por su cuerpo. Se había hecho líquido y por eso ahora, transparente, fluía por ese veinticuatro de noviembre recién estrenado como el día de su nacimiento, y ajeno a todos los noviembres y a todos los veinticuatros, alguien corrió la voz de que un ser líquido esperaba en la sala de los círculos concéntricos. Otros seres se acercaron curiosos desde todas partes, todos aquellos que habían dibujado círculos concéntricos como él y habían entrado en ellos. Fue el momento del reconocimiento, y aunque empezaron a llegar, de uno en uno, de diez en diez, de veinticuatro en veinticuatro, de mil en mil, y de millón en millón. Ella llegó única. Única.

No hay comentarios: