Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

sábado, 18 de julio de 2009

Lentamente, amor muere en pequeños círculos


Lento, sigiloso, con pasos de primer hombre que camina por la luna, entre dunas de placer y repugnancia, con la respiración entrecortada y una erección incontenible bajo el pantalón, “celos” se abalanza como un desesperado, los brazos estirados, las manos alzadas en dedos corvos, los ojos saliendo de sus orbitas, el rostro congestionado. Un grito ahogado detrás de los dedos, pasos indecisos de víctima incrédula que retroceden, dos, tres veces, cinco. Con la misma lentitud con la que antes avanzaba “celos” ahora retrocede “amor” amenazado. Una música estridente golpea los oídos, eriza los poros de la piel, predispone. Rayos, truenos y gotas furiosas de tormenta atronan alrededor de esa casa amplificados por el sonido de un techo de Uralita. Un reloj lejano y gigantesco da doce campanadas, las ramas de los árboles azotan los cristales de las ventanas mientras diez dedos agarrotados se hunden en el cuello de “amor”, sobran dedos y sobran manos así que ambas se superponen formando una sola, una mano encima de otra mano, una sola que aprieta y aprieta por debajo de una boca pequeña que cada vez se hace más y más grande hasta que no cabe una gota más de aire, hasta que los ojos por encima de esa boca se dilatan obteniendo el mismo diámetro, la saliva apenas cabe en esa cavidad que ya no es garganta sino embudo. Jadeos, toses sin aliento, estertores, y por fin silencio, calma, paz. Muerte. Una muerte doble. Una por fuera y otra por dentro.
Ambos salen de la fila de butacas en silencio mientras la pantalla sigue con los créditos y la banda sonora allá detrás no deja de reproducir en sus cabezas la imagen de la última escena.
Cuando atraviesan la pesada puerta del cine es de noche, mientras encienden un cigarro, las aterradoras imágenes siguen en sus cabezas ahora ya sin música. Ninguno quiere ser el primero en opinar, no sabían el argumento al decidirse por esa película, simplemente una de miedo y ya está, y el silencio que provoca una ficción tan parecida a su propia realidad se prolonga unos minutos interminables mientras desvían la mirada observando al resto de público que ajeno a sus sentimientos sale de la sala comentando como si nada…

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