Neradas

Compartir neros. Istmos de complicidad entre amigos que definen situaciones o personas según el momento.
Todo vale para esta palabra que no está en el diccionario.

J.E.

jueves, 12 de febrero de 2009

Panóptico unifamiliar


En cada círculo una vivienda, en tu vivienda círculos concéntricos alrededor de un mismo espacio. La necesidad que experimentabas de disfrutar de un lugar donde protegerte de la vigilancia de los demás y del asedio de miradas ajenas. Por fin las llaves. Estrenar piso. Placer interruptus. Presencias, sentí presencias por todas partes en aquella casa redonda de mis sueños. Ojos perseguidores de los que sólo podía esconderme entrando en otra habitación dónde otros ojos escrutadores estarían a su vez mirándome, un gran facebook vecinal al que no logré acostumbrarme. El diámetro interior del edificio era tan pequeño que prácticamente todos los inquilinos podíamos vernos a la vez desde esas ventanas curvas que contornando el patio de luces perfilaba cada una de las viviendas. Pensaba a menudo horrorizado en el universo de vecinos curiosos que girarían a mi alrededor como en “La semilla del Diablo” cuando todos los sin alma asomaban la cabeza sobre la cuna de un Satanás recién nacido. Cabezas ampliadas y distorsionadas del cuerpo como vistas a través de una bola de Navidad o de un espejo deformante. Todo el espacio cósmico estaba ahí, pensé al comprarla, todas las constelaciones reunidas, pero en lo que no pensé es en todos los satélites humanos rotando sobre su propio eje y alrededor del mío, seres extraños y conocidos a la vez, observados y observando donde menos lo esperara. Ver-ser visto, binomio inquietante donde hasta el menor movimiento podía estar controlado y previsto. Observación sin comunicación, vigilancia constante que sacaba de quicio.
Una mañana me asomé por una de las ventanas de mi propio círculo. Las otras, las de enfrente, me rodeaban en un cinturón de posibles ojos observadores encontrándose en un mismo punto, el mío, aunque también podían no mirarme a mí, sino a otro vecino, ¿y cómo saber a quién o a dónde miraban? Saqué el móvil del bolsillo y disparé una foto, quizá ella pudiese captar mejor que mi ojo cualquier asomo al cotilleo. Inmediatamente una ráfaga de flashes me cegaron, un batallón de móviles me fotografiaron y no pude descubrir de dónde provenían, en una curva tan perfecta los ataques podían llover desde cualquier parte. ¿Me habrían fotografiado fotografiándolos yo a la vez? Imaginaba móviles suspendidos sobre manos curiosas que espiaban otros móviles suspendidos en manos similares de otros. Una vinculación abstracta entre personas encerradas en distintos espacios abiertos los unos a los otros por ojos circulares. Un vértigo me recorrió el cuerpo. Interminables vistas, sentidos, intuiciones escrutadoras observándose a la vez. Ojos. Fuerzas espirituales y sensoriales liberando combinaciones de pensamientos entrecruzados. Ojos encallados, añorantes, ojos invisibles, ojos con voz, atentos, penetrantes, negros, azules, verdes, grises, ojos de lunes, de viernes, de primavera, de invierno, otoñales, veraniegos, ojos vitales, ojos muertos y amortajados, ojos nostálgicos, ojos olvidados, ojos insistentes, todas las categorías visivas en un solo ojo poliédrico y gigantesco.

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